Querida Madame Proust, ¡Con qué disgusto conozco que ese irlandés bisexual se atrevió a decirle a usted que su casa era fea! ¿Acaso no se miraba él los tacones y los claveles verdes? Me entero de tan atroz, injusta acusación, leyendo a Luis Antonio de Villena, el biógrafo de semejante infame. Lea, lea: Se dice…