Querida Madame Proust,Cuando me visitan las alumnas de la Escuela de Traducción para Señoritas de mi querida amiga Madame de Malarrama (tan estricta como borracha, por otro lado), con frecuencia me confiesan que las mañanas y las tardes se les pueden pasar en un suspiro florentino de contemplación de la belleza. Yo les digo que…