Lo que desconcertó a Roberto al ver la fotografía de Albertina no era el pasmo de los viejos troyanos diciendo al ver pasar a Helena: ‘Ni una sola mirada nuestro mal le merece’ sino el asombro exactamente inverso y que hace decir: ‘¡Y por esto tanta bilis, tanta pena, tantas locuras!’ Hay que confesar que…