Este volumen titulado Manuel publicado por la editorial cielo eléctrico encierra en realidad varios Manuel que es interesante descubrir. Se trata de una historia que parece que tuvo un impacto especial en los ochenta, pero que yo al menos desconocía.
En primer lugar, Manuel es un cómic, una historia gráfica en cierto modo centro de este libro, aunque su discurrir nos llevará al segundo tema central… Manuel, el cómic, explica sin palabras ni diálogos que Rodrigo (que es el nombre del autor) conoce en la piscina, en un caluroso día veraniego de Madrid, a Manuel, y cae fascinado ante su belleza, a la que otorga un carácter casi divino. Manuel, que es heterosexual, corresponde a la amistad y a veces queda con él. Pero Rodrigo sublima su amor en ensoñación surreal por la ciudad, a veces siguiendo con discreción a Manuel en sus citas con chicas, pero también visitando las saunas e imaginando una cercanía sexual soñada con Manuel, hasta que finalmente construye una escultura, en la que el corpachón sentado de Manuel parece contener el de Rodrigo, tumbado. El caso es que Manuel, la escultura, también es real. Se expuso con cierta repercusión en ARCO’83, y su autor es el propio Rodrigo, que es artista, como se puede comprobar, multidisciplinar. El volumen incluye recortes de prensa de la época, y la historia de la escultura, que se vendió y después volvió a su autor.
Manuel, la escultura, genera una extraña distancia por su interpretación literal de la posesión amorosa, con el amado ocluyendo al amante en una especie de simbiosis orgánica. Su intención parece ser inmortalizar una relación imposible, para que nunca se rompiera, una aproximación de almas mediante la confusión física más que amorosa.
Con el imposible que es no ver Manuel, la escultura, en vivo, el cómic sobresale enormemente como obra. En blanco y negro, con un dibujo de pluma minucioso e hiperrealista, está lleno de imágenes fascinantes, algunas con encuadres, usos de espejos y puntos de vista muy rompedores y en la que sin embargo se respira bastante naturalismo, probablemente por la sencillez, incluso candor, de los protagonistas, más por parte del romántico Rodrigo, de aspecto ingenuo y aire simpático pero no desesperado, que de Manuel, objeto de deseo a su pesar. El cómic tiene 52 páginas, que se publicaron a ritmo de cuatro cada mes en la revista de la movida madrileña La luna de Madrid.
En la larga entrevista que recoge el libro, Rodrigo confiesa que, con el éxito paulatino y con los meses, de la publicación, los amigos y conocidos empezaron a demandarle sexo en la historia, o que tuviera un final feliz. Y que por ello introdujo una escena de sauna bastante luminosa, y un coito aparentemente soñado; Rodrigo dice que estos elementos no encajaban en un ideal romántico, pero sin embargo tienen una armonía especial dentro de un conjunto en que Rodrigo asume al ir por la ciudad diferentes roles (¡incluso el de Gustav Von Aschenbach, patrón de voyeurs!), siempre buscando una verdad amorosa en los diferentes espacios: apartamento, piscina, metro, calles, sauna…
La entrevista a Rodrigo, realizada en 2021, y las fotografías de sus hojas de notas, frases, versos y dibujos, completan Manuel, el volumen tiene un afán completista e igual historiográfico, aunque probablemente, para el lector medio, el cómic, la entrevista, y una coda histórica sobre la escultura y ARCO’83, habría sido suficiente. Pero el cómic, no obstante, tiene una fuerza evocadora y un espíritu heraclitiano tan atractivo, que todo queda perdonado si es que era necesario para ver editada semejante joya.