Un lugar equivocado es uno de los cómics más fabulosos de la última década, al menos en mi ya limitada lectura de publicaciones gráficas. El nuevo libro de su autor, Brecht Evens, se titula Pantera, y aunque conserva su estilo visual y su técnica de dibujo (acuarela), presenta referentes más conocidos en literatura y cómic (una fábula para niños como historia) y temáticamente tiene poco que ver, salvo, tal vez, la necesidad de los solitarios por un poco de diversión.
A Cristina, la niña del cuento, que vive con su padre separado, se le aparece desde su cómoda una pantera justo después de morir su gata, a la que adoraba. La pantera tiene un nombre aristocrático rebuscado, porque es el príncipe heredero del país del que viene, y es un animal grande, de apariencia fiera en ocasiones, pero muy educado y formal, que cambia (fascinantemente) de forma y color en casi cada dibujo, y cuyos miles de caras revelan ya sombras en su comportamiento o intereses. Prefiere ser llamado Pantera…
Pantera aparece desde la cómoda de Cristina; a veces le acompañan otros animales, sobre los que Pantera gusta de mandar. Las alusiones a un reino mágico disfuncional con sus bestias acercan el texto a Donde viven los monstruos, por supuesto, que parece referencia ineludible. También lo es Alicia en el país de las Maravillas, claro, por ser la obra fundacional de este subgénero. También es inevitable pensar en Calvin y Hobbes, porque la pantera que hace compañía a la niña solitaria es una imagen demasiado cercana al tigre de peluche que cobraba vida cuando se encontraba sólo con el niño de las tiras de Bill Watterson; además, Evens refleja el mundo familiar en que vive Cristina, con su padre triste, pero presente y preocupado.
No es posible saber qué quiere Pantera, tan ególatra como Hobbes pero mucho menos achuchable. Es adulador, elegante -casi dandy- y ocurrente. A la vez también es acaparador, protagonista y manipulador. Cristina ha perdido dos afectos cercanos (su madre, su gata) y su tristeza es un buen bocado para este depredador que prepara una fiesta con elementos crueles para su cumpleaños, presentándose luego como salvador. El cómic queda sin resolución final, entre lo ficcional y lo real, representado también en la pérdida del figurativismo, tal vez de la inocencia, como si la protagonista tuviera que luchar para aferrarse a una realidad buena pero aburrida (su padre) frente a una fantasía que le muestra los demonios del mundo.
Visualmente, Pantera es una maravilla de composición, color y dibujo. Tiene un efecto envolvente magnífico, conseguido con su animal polimorfo e inimitable, que no para quieto alrededor de Cristina. En Pantera es obvio que Brecht Evens no quiere definir un discurso; ¿es Pantera un acosador? ¿una figura del subconsciente de Cristina para enseñarle los peligros de la vida? ¿es un indicio de una depresión vital? Lo es todo sin ser nada seguro ni concreto, el logro es llegar a transmitir esta inquietud con este baile de lo divertido a lo oscuro entre tanto color y diversión aparentemente infantiles.