Le tenía algo de miedo a The Sea, The Sea, la novela de Iris Murdoch, un miedo injusto porque entre la compra de la novela (que ya no recuerdo cuándo hice) y el momento de la lectura pasó el rodaje y el estreno de Iris, la película sobre la escritora, que se centraba en su enfermedad terminal basándose en los recuerdos de su marido y cuidador. Es un subgénero cinematográfico que detesto bastante, pero la autora no tenía culpa alguna de decaer en la elección entre la excesiva cantidad de libros que me quedan en casa por leer. The Sea, The Sea ganó en su día (1978) el Booker Prize, Iris Murdoch trabajó como filósofa con Ludwig Wittgenstein y Elias Canetti, y todo sonaba bien. Pero, estas estupideces del alma, al final la he leído por la terrible falta de libros de inglés en las estanterías, y porque quiero mantener la buena costumbre de leer literatura en inglés en la medida que pueda.
El protagonista de The Sea, The Sea se llama Charles Arrowby; es un exitoso director de teatro que decide retirarse en su jubilación a una casa sin electricidad junto al mar, en un pueblo alejado del mundo, donde poder dedicarse a escribir, nadar desnudo, y dar rienda suelta a su peculiar estilo de cocina. Hombre de personalidad fuerte, solitario y soltero con historial de relaciones amorosas entrecruzadas con amistades, aparentemente tiránico en su trabajo, ve frustrada su aspiración de soledad porque, por supuesto, los diferentes personajes de su vida van poco a poco apareciendo por el desolador paisaje que ha escogido, e incluso acaba encontrándose con su primer amor, que había desaparecido de su vida cuarenta y cinco años atrás después de haberse jurado amor eterno. Este encuentro convulsiona de manera definitiva su estancia y desata un destacable conjunto de acciones de sentido moral que atormentan al protagonista y derivan incluso al terreno de la tragedia, anunciada por la obsesión shakespeariana del protagonista.
The Sea, The Sea posee además un subtexto fantastique que resulta muy atractivo, desde el aire gótico de la casa aquejada de extraños ruidos interiores y exteriores, azotada por la furia del viento y sin acceso directo al mar si no es mediante el descenso y ascenso por escarpadas rocas, al desfile de fantasmas del pasado que toma la narración. Está además potenciado por alguna estremecedora visión del protagonista en plena observación extasiada del paisaje que le rodea. Hábilmente, este subtexto no se impone al realismo estricto, sino que queda como trasfondo de complicidad entre el protagonista (que es narrador) y el espectador, que puede interpretar también que el entendimiento de Arrowby puede estar fallando.
Arrowby es un hombre arrogante, orgulloso y satisfecho de sí mismo que no abandona en ningún momento todos estos rasgos de su carácter, a pesar de las dificultades de las situaciones que el deus ex machina armado por Murdoch pone en su camino de continuo, hasta el final de la novela. Murdoch imprime de intensidad sus reflexiones, y consigue un aire de intriga profunda a la peculiar red de sentimientos y actitudes morales implicados. El ritmo implacable y la dosificación de personajes aparecidos en el pueblo y en la casa están estructurados y funcionan muy bien, pero probablemente serían poco interesantes sin la reflexión también ética a la que llevan a los personajes, especialmente Arrowby, en lo que además parece un ajuste de cuentas a algún macho alfa de la vida de Murdoch, que es tentador relacionar con Canetti. No obstante, la profundidad del texto sobre temas como el dolor, la pérdida, la resignación ante la soledad, le da un valor universal. Unido a la facilidad en que lo he podido leer en inglés, me hace pensar en que hay que volver a esta autora en su v.o. Sin dejar también de preguntarse por la circunstancia de los filósofos narradores y el éxito en la transmisión de sus ideas que tiene el formato novelístico.
(Entre la lectura del libro y la escritura de esta reseña, Laura Barrachina realizó este programa sobre Iris Murdoch en el estupendo Efecto Doppler de Radio 3. De su escucha, que recomiendo realizar de manera atenta, y de la búsqueda de información sobre la autora, extraje como textos a buscar para hacerse una idea de la variedad de Iris Murdoch The Black Prince, La soberanía del bien, y El unicornio. Veremos…)