Defiende Julián Marías que las filosofías helenísticas son el resultado de una crisis continuada que atraviesa diferentes lugares y tiempos de la Antigüedad, la que llama la ‘crisis del hombre antiguo’, sin la cual no se explica el éxito prolongado de especialmente el epicureísmo y el estoicismo desde Alejandro a Marco Aurelio. Marías entiende que Sócrates es el foco del que parten las llamadas filosofías helenísticas, que no incluyen el platonismo y el aristotelismo (las corrientes, para Marías, verdaderamente herederas de un concepto de la filosofía que a partir de Sócrates busca activamente la verdad mediante la filosofía, siendo ésta ciencia y modo de vida), y que la reducen a un arte encaminado a regir la vida individual. Esto tiene consecuencias personales evidentes, pero también sociales: la vida humana media no se apoya en la filosofía como disciplina intelectual, pero si los apoyos tradicionales de la vida fallan y el hombre debe volverse a la filosofía, sólo puede hacerlo si ésta es asequible a las masas, lo que implica de partida una “necesaria inferioridad doctrinal e intelectual de estas filosofías” frente a Platón y Aristóteles. Las filosofías helenísticas no triunfan realmente sobre el aristotelismo que las precede a pesar de ser inferiores, sino justamente por serlo.
Marías define como itinerante en la práctica a la crisis de este larguísimo periodo de tiempo, y es consciente de que defender como ‘crisis’ tiempos de gran estabilidad en algunas zonas, como pudieron ser los regidos por algunos emperadores, es paradójico. Pero, tras Marco Aurelio, cuyo reinado en la segunda mitad del siglo II ya estuvo pleno de batallas fronterizas y epidemias, llegó la crisis del siglo III, generalizada ya en todo el Imperio, debilitado por la crisis de economía y estatalidad, una debacle monetaria, turbulencias en la producción agrícola y la continuidad de una serie de epidemias, sumado a la corrupción interna, sin olvidar que el cristianismo empezaba a ser un problema de orden público, o el acoso continuado desde las fronteras exteriores. David Hernández de la Fuente recoge cómo la muerte de Marco Aurelio, el emperador último gran filósofo del estoicismo, marca en el año 180 el inicio de lo que algunos historiadores (Peter Brown como mayor ejemplo) consideran el período diferenciado de la Antigüedad tardía, que en lo histórico incluiría el desmoronamiento del Imperio Romano Occidental, y en el pensamiento abarcaría desde Marco Aurelio hasta Mahoma, pasando por Plotino y Agustín, en un genuino asentamiento de las religiones monoteístas, que en sí mismo ya indica que el politeísmo tradicional y la llamada Segunda Sofística, que estaba en su apogeo, no aportaban soluciones al mundo en crisis. La transformación de mentalidades que se está produciendo, esa crisis del hombre antiguo, se puede estudiar desde la historia de la filosofía y de las religiones: la huida del mundo, la ascesis, la introspección y cierto misticismo, van apareciendo e imponiéndose.
Plotino y el neoplatonismo suelen no obstante presentarse y estudiarse como el fin de una época, la de la filosofía griega en su sentido completo, en la que la filosofía de este último autor helenístico, nacido en 205 en Egipto y que vivió y enseñó en Roma hasta morir en el 270, actúa como final de este rico periodo especulativo como una última floración más aparente que real. El neoplatonismo se denomina así por la reivindicación de la filosofía de Platón (tratado casi con veneración en los textos de Plotino), pero, a pesar de su nombre, también suma a su pensamiento ideas aristotélicas y estoicas, además de coincidir con la recuperación del pitagorismo y de tendencias místicas de corte orientalista; en el neoplatonismo aparecen elementos religiosos. A la par, un conocimiento que hoy reconoceríamos como de mayor carácter científico, que en buena parte se generaba especialmente en Alejandría, vive su propia eclosión. Salvador Mas Torres describe esta situación, ahora posterior a la ‘crisis’ de Marías, como ‘tiempos confusos’. En su estudio, Mas Torres menciona cómo filósofos anteriores van anticipando este estado del pensamiento del Imperio, y cuál es la solución que se planteaba, que, por mucho que bebiera de tradiciones anteriores, ahora adquirirá otros rasgos y tendrá otras consecuencias. De Marco Aurelio (s. II) comenta que “sólo en la intimidad con la divinidad puede encontrar tranquilidad un hombre que vive tiempos contradictorios y versátiles”. De Cicerón, dos siglos antes, recoge su texto: “ejercita tu alma en lo mejor […] y volará más velozmente a esta su sede y propia mansión, y lo hará con mayor ligereza si, […] contemplando lo exterior, se abstrae lo más posible del cuerpo”.
Literariamente, Plotino recoge también estilos exitosos de la filosofía especulativa previa: gusta de metáforas, ejemplos e incluso de estilo por momentos dialogado (tomado de Platón, pero sin personajes), aunque el conjunto de su obra, las Enneadas (compiladas y editadas por su alumno Porfirio), es un texto de enorme prolijidad y densidad, que dificulta una asunción sencilla por las masas. Pero no era posible que el interés de las filosofías helenísticas en ofrecer métodos para regir la vida, que centró sus estudios en los posicionamientos éticos que hicieron del epicureísmo y el estoicismo corrientes tan exitosas durante esa crisis tan prolongada, no fuera afrontado por Plotino, aunque el hecho de que su potente metafísica tuviera tanta influencia posterior parece minimizar la relevancia de la ética en su sistema filosófico. El período de fuertes influencias místicas en que nos encontramos influirá enormemente en el resultado, en el que estará presente una comunión con lo divino que en breve y dentro del pensamiento cristiano se convertirá en salvación del alma.
En este trabajo se estudiará esta cuestión en relación con los conceptos plotinianos de belleza y virtud. Inevitablemente, es necesario empezar por resumir la descripción de la realidad según Plotino.
(sigue)
Autores y obras mencionadas
Hernández de la Fuente, David: “Marco Aurelio”, incluido en Gomá, J., García Gual, C. y Hernández de la Fuente, D.: “El estoicismo romano: Séneca, Epicteto, Marco Aurelio” (Arpa, Barcelona, 2024)
Marías, Julián: “Introducción a la filosofía estoica”, en “Séneca. Sobre la felicidad” (Alianza Editorial, Madrid, 1991)
Mas Torres, Salvador: “Historia de la filosofía antigua. Grecia y el helenismo” (UNED, Madrid, 2003)
Plotino: “Enneada I” (traducción y notas de Jesús Igal. Descargado en abril de 2025 de librodot.com)