Si mi estado hubiese sido el habitual, y no el sometido a la quietud del destierro, el suceso del cacto me habría parecido, desde un principio, mucho más trascendente. Con los días, según se perpetuaba su presencia en el suelo de mi terraza muniquesa, reparé en mi propia inactividad. La maceta había caído, aparentemente inocente,…