Querida Madame Proust,

Ahora que ya estamos todas en la reunión, debo confesarle que ya he empezado las primeras páginas de la obra. Obviamente, es motivo de mi sana envidia el cariño evidente que hacia la madre de Marcel destilan las primeras páginas de ‘Por el camino de Swann’, aunque el tal Swann me parezca de momento un tanto indolente, y deseo ya que abofetee a esas tías de la familia de Marcel. Huy, perdón, que debe tratarse de sus propias tías de usted, sabrá perdonarme el atrevimiento, espero.

Encantada estoy de como Marcel deja fluir el pensamiento en la concatenación de sentimientos y sensaciones. No debe haber niño que no reflexione sobre los muebles que rodean su sueño, o sobre las camas que han acogido su vida frágil, que siendo pequeño se antoja tan volátil. Pero me preocupa ese largo despertar del niño, y ese ansia casi enfermiza por un beso soñado para acostarse. No quisiera encontrarme páginas más adelante que todo es un sueño provocado por un beso de encantamiento, pero supongo que deba ser la primera interpretación de un tiempo que debe recobrarse aunque sea sólo porque, como tantas cosas en la vida, nunca se vivió.

Suya,
Madame de Borge

Un comentario en “Llegué a Combray”

  1. Queridas Madames,

    Me encuentro, tras muchos contratiempos de una naturaleza que ahora no nos atañe, en situación de empezar por fin, yo también, la hazaña que nos ocupa.

    No sin alegría debo hacer especial mención de la excepcionalidad de mi decisión de elegir la lengua de Molière, y por descontado, del mismo Proust, para efectuar tamaño viaje. La dicha a veces se ve teñida del más infame malhumor, en momentos en que descubro que mi capacidad para la traducción simultánea se ha visto marchitada con el paso de los años, quedando en evidencia lo lejos que quedan mis días dorados en la academia. Aún así, la belleza de las palabras de nuestro bienquerido Marcel me animan a seguir con tesón.

    Encuentro, en lo muy poco que llevo, conmovedoras las reflexiones que comparte con nosotros y me atrevo a decir que Marcel fue un Emo de su época, tan torturado por la desdicha que incluso la que veía a venir le torturaba antes de haber sido materializada.

    Suyo,
    Monsieur de Outcast

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