Migración femenina. Su impacto en las relaciones de género, de Carmen Gregorio Gil, estudia la migración femenina, sus causas y consecuencias, desde el punto de vista de las relaciones de género, tanto en la sociedad de origen como en la de destino. Para ello describe un marco teórico de los estudios sobre migración femenina, las circunstancias socioeconómicas del entorno en las dos sociedades implicadas, y realiza un estudio experimental de campo centrado en la significativa migración de mujeres (frente a la de los hombres) de la región rural del suroeste de la República Dominicana a la Comunidad Autónoma de Madrid, que permite a la autora conocer y describir los factores que desencadenan la migración, las formas de organización social que genera, y su impacto en las relaciones de género. La inmigración dominicana a España es la de mayor índice de feminidad del país en el momento del estudio.
La conclusión principal del libro indica que la desigualdad de género en la sociedad de origen es una causa relevante de la migración femenina, sin que esto signifique que las mujeres inmigrantes estén huyendo de su situación de desigualdad. La migración femenina de las mujeres dominicanas a Madrid ha creado una comunidad transnacional con ramificaciones en las dos sociedades implicadas. En ellas, las relaciones actuales de desigualdad de género en la sociedad de origen son con frecuencia potenciadas por la migración a través de nuevos mecanismos, si bien también permite un cambio de actitudes cuando no un mayor empoderamiento por parte de la mujer migrante, especialmente cuando no tiene cargas familiares en la sociedad de origen.
El libro trabaja un caso concreto: la migración femenina dominicana en Madrid durante los años 80 y 90 del siglo XX. Ello sirve para trabajar varios aspectos de la teoría antropológica como (1) los estudios de sexo y género: los patrones de género recurrentes y la relación entre los roles de género y la estratificación, junto a la dicotomía público/privado en la sociedad de origen, donde la llamada politización de lo doméstico se encarna en el sacrificio de las mujeres dominicanas para salvar la reproducción de sus hogares; (2) los estudios de parentesco: la aceptación de la migración en la sociedad de origen muestra dependencia del tipo de familia, donde existen también estructuras familiares extensas y matrilocales. El parentesco es un factor de tracción en la inmigración, de decisión en la elección de destino, y significativo en el estudio de la recepción y uso de las remesas.
Aunque las causas principales de la migración son económicas, las características de la migración femenina dominicana a Madrid no cumplen ciertos tópicos: no migran más las mujeres con más formación y tampoco especialmente aquellas que no tienen trabajo. Resultado del trabajo de campo es también la conclusión de que la migración de la mujer es en realidad una decisión familiar-comunitaria en que la mujer muestra su compromiso hacia la familia y sus recursos, y no una huida de la mujer en contra de su esposo: el esposo está en general de acuerdo en la migración de su mujer. En la sociedad de destino, el género también es relevante: la incorporación de la mujer española al mercado de trabajo cualificado supone la necesidad de realización de tareas de reproducción en el hogar por otra persona.
Las mujeres que migran lo hacen con red de apoyo en destino, que le encuentra trabajo enseguida en el sector doméstico de Madrid, preferiblemente como interna. Una primera mujer migrante de un grupo familiar atrae la migración posterior de sus hermanas y sus hijas. Casi todas las mujeres migrantes tienen parientes sobre todo femeninas en Madrid. Se reproduce así parcialmente la red de apoyos de las mujeres dominicanas en su sociedad de origen, donde existe presencia de familias extensas con componente matrilocal semejante al de las sociedades negras pobres en EE.UU.
La familia dominicana no se rompe de manera directa por la migración de la mujer. Al contrario, se crean nuevas redes transnacionales para una familia viviendo en los dos continentes. No obstante, la sociedad de origen sufre la ausencia de la mujer migrante en las tareas domésticas que anteriormente realizaba, incluyendo la crianza, y especialmente cuando estas tareas se confían a los hombres: la casa deja de atenderse, el fracaso escolar es mayor, etc… La Iglesia dominicana, contraria a la migración de las mujeres, aprovecha para culpar a las mujeres migrantes de la situación, pero no pide a los hombres que se hagan cargo del trabajo de reproducción.
Los patrones recurrentes de género son muy importantes en el estudio, dada la significativa diferenciación por género del trabajo de las personas migrantes: las mujeres realizan casi exclusivamente servicio doméstico, con frecuencia interino, de gran dedicación y en ocasiones dureza. Supone rebaja de competencias profesionales en aquellas mujeres cualificadas que también han migrado. Pero, por otro lado, la menor cantidad de hombres dominicanos que migra a España poseen y atienden los negocios que proliferan en la sociedad de destino con el objetivo de atender a las demandas de las mujeres dominicanas. Mientras tanto, en la sociedad de origen está muy claro que el rol principal de las mujeres en la familia es la actividad de la reproducción, hasta el punto de que cuando la mujer migra, las tareas domésticas son asumidas por otras mujeres de la familia, o incluso se contrata una mujer para que las haga a cargo de las remesas que envía la mujer migrante. La autora aborda también la escasa consideración del trabajo que realizan las mujeres en ambas sociedades, sin obviar que en la sociedad de destino es la mujer española quien se encarga de la contratación y seguimiento de la mujer dominicana contratada en el hogar.
El uso final de las remesas que la mujer migrante envía no suele ser acorde a su deseo cuando son entregadas al esposo (la mayoría de las veces): no se dedican a los gastos de reproducción de la casa/conuco. Muchas veces financian gastos de los hombres fuera del hogar. Estos a veces exigen (incluso usando amenazas) la entrega de dinero si la mujer decide enviarlo a una pariente femenina para lo dedique específicamente a los gastos de los hijos dejados en República Dominicana. Y la mujer migrante, por su lado, busca mejorar la situación de su hombre mediante medios de producción que en teoría le pueden asegurar otro trabajo (una moto para hacer comercio, por ejemplo). Las mujeres migrantes suelen recriminar el comportamiento de los esposos que actúan así, pero por otro lado “entienden” que son los hombres quienes deben hacer el trabajo de producción, e incluso que tengan caprichos.
A pesar de la distancia, el esposo que reside en República Dominicana es capaz de realizar un control sexual de la mujer gracias a la información proporcionada por integrantes de la sociedad de origen que también viven en Madrid y con los que la mujer coincide en los lugares comunes de la comunidad dominicana localizados especialmente en Aravaca. El marido recibe información sobre las actividades de su mujer, de la ropa que viste, y de las personas con que se relaciona. El matrimonio, que recordemos que no se rompe por el hecho en sí de la migración, puede tambalearse por este control, que lleva al estereotipo recurrente de que la mujer migra para dedicarse a la prostitución. No obstante, sí existe más libertad para las solteras, ya que este control es menor por parte de padres o hermanos. El hecho/miedo de que la mujer dominicana pueda casarse con un hombre español es también un estereotipo recurrente (la mayoría de los matrimonios dominicanos en la zona rural de origen son nominales y no legales). En el lado contrario, para el hombre dominicano, tener varias parejas fuera del matrimonio, incluso con hijos, es una demostración de fuerza masculina, y no es extraño que el hombre que se queda en el país también gaste el dinero de las remesas de la mujer migrante, en ocasiones, en sus otras familias.
Las migrantes dominicanas en Madrid manejan más dinero que en su sociedad de origen, incluso después de haber enviado las remesas a su familia, lo cual les permite hacer gastos en su imagen, higiene y cuidado que en su sociedad de origen no les eran posibles. Ello ha generado que, en su zona de Madrid, Aravaca, hayan proliferado zonas de ocio y esparcimiento pensadas en ellas como clientela, además de organizaciones sociales e incluso solidarias con ciertos canales de redistribución modesta. Cuando estas mujeres vuelven a República Dominicana causan impacto en la sociedad, puesto que desean ser percibidas como personas de mayor nivel económico, pudiendo generar una distancia con el resto de mujeres de la sociedad de origen por el uso de mejores ropas, joyas y maquillaje.
Las mujeres dominicanas se comparan con las mujeres españolas, sus empleadoras en primer lugar, de las que opinan que no cuidan bien a sus hijos y casas, dando a entender que se contrata a mujeres inmigrantes para hacerlo puesto que ellas no quieren. Se sorprenden también de que marido y mujer españoles pasen su tiempo libre juntos, sin que la mujer tenga grandes períodos de soledad en su casa mientras el hombre se divierte con sus amigos. Pero, por otro lado, admiran su autonomía, su capacidad de mando, y su inserción profesional, además de la capacidad de tomar discusiones sin consultar. Se trata de una aplicación de las gramáticas de la diferencia, modalidad orientalizante, donde se producen visiones de factores positivos y negativos de “los otros”. Un reflejo peculiar de esta visión paradójica está en las parejas de español y dominicana que vuelven a la República Dominicana, que suelen pasar su tiempo libre siempre juntos, para sorpresa de la sociedad de origen.
Los datos de investigación de libro se recogieron tanto en los lugares de donde procedían las mujeres inmigrantes -comunidades rurales de la región suroeste de República Dominicana- como en los lugares donde estas mujeres desarrollaban su vida en Madrid. En los lugares de origen de la población inmigrante se hizo a través de: observación participante, lo que implicó residir en los hogares de las propias mujeres migrantes; y entrevistas a mujeres inmigrantes retornadas de manera temporal o definitiva, a sus familiares, y a otros miembros de la comunidad. Los datos extraídos en la Comunidad de Madrid incluyeron: observación participante en los hogares donde trabajaban o vivían, y en los lugares donde se reunían o pasaban su tiempo de ocio las mujeres inmigrantes; y realización de entrevistas y de un cuestionario (no a la muestra total). Es relevante subrayar que la autora, además de su trabajo de campo, utiliza otras fuentes para apoyar el estudio y su argumentación, como fuentes bibliográficas que estudian las aproximaciones teóricas al estudio de las migraciones femeninas; y datos estadísticos del Gobierno de España, de la Comunidad de Madrid, de la Embajada Española en República Dominicana, de la Encuesta Demográfica y de Salud de la República Dominicana, etc.
En este libro es estimulante la combinación de trabajo antropológico de campo con la realización de encuestas y el uso de datos estadísticos procedentes de organismos oficiales, porque ayuda en la elaboración de las conclusiones, y supone utilizar las herramientas disponibles (y necesarias en una sociedad numerosa) para completar el estudio antropológico. Pero el libro no contiene rastro alguno de la experiencia vivida por la autora en la realización de su trabajo. No hay indicios sobre si se han modificado sus puntos de vista o partes de la metodología durante la realización del mismo, dependiendo de la accesibilidad a los informantes, por ejemplo. Aunque la autora describe la metodología realizada, esta descripción es breve (apenas un párrafo) y remite a detalles de un trabajo anterior (su propia tesis doctoral). Algunos autores enfatizan que el cambio generado en la persona investigadora es parte relevante (incluso indicio de buena labor) del trabajo del antropólogo. Migración femenina. Su impacto en las relaciones de género se acerca de manera relevante a un lenguaje científico más habitual de las ciencias naturales, desprovisto de la “literatura” que en ocasiones se reclama como necesaria en el texto antropológico.
Es muy destacable la exposición del entorno que realiza Gregorio Gil. Destaca la inclusión del cambiante edificio legal que regula la inmigración en España, ya que las modificaciones en las leyes de inmigración respecto a la entrada de personas en el país y las regularizaciones impactan de manera directa en cuándo y cómo emigrar, un condicionante añadido al más esperable relacionado con las características del momento social y económico en las dos sociedades, que permiten entender por qué la inmigración dominicana es la de mayor índice de feminidad en España. Con esto, el libro resulta muy compacto y coherente, ya que estudia estos efectos externos, pero después el trabajo de campo recoge las motivaciones y sentimientos personales, viajando así de lo social o comunitario a lo individual y personal.
El principal logro del libro es la ruptura de los estereotipos de género o de origen etnocéntrico que la migración femenina supone. La aplicación continua del enfoque feminista, es decir, la adopción del género como categoría de análisis, permite un ejemplo práctico de la llamada «construcción social a aclarar» al respecto de la relación entre hombres y mujeres. No es menor que el trabajo de campo se realice por una investigadora en lugar de un investigador, dadas las mayores dificultades que tendría un antropólogo varón en acceder a las informantes principales, mujeres dominicanas, tanto en origen como en destino. Resulta también estimulante para la propia antropología el acercamiento a las realidades cuestionando las visiones tradicionales o esperables que aporta el enfoque feminista adoptado por la autora.
El libro se publicó en el momento en que el fenómeno de la inmigración a España inicia una gran expansión. Varias conclusiones del libro de Gregorio Gil son visibles hoy en día de manera común dada la prevalencia de las mujeres migrantes de origen hispanoamericano en las labores domésticas, especialmente en el cuidado de personas con dependencia, y no sólo con carácter interino en familias de rentas altas. Este carácter anticipatorio del libro se asienta sin duda en su rigor científico.