Un lugar mejor es el primer libro que leo de Pedro Ugarte, y con seguridad no será el último. Es el último que ha escrito, eso sí. Sus doce relatos son independientes, pero a la par están estructurados en cuatro apartados (que llama ‘estaciones’, en su doble sentido), de tres relatos cada uno, además de poseer guiños internos de continuidad, entre los que se visibilizan principalmente el uso clave del título (‘un lugar mejor’) como expresión en el cuerpo del relato, y, de manera más evidente, el hecho de que el protagonista varón de casi cada historia comparta el mismo nombre, Jorge.

Con la lectura avanzada del libro, ambos guiños se tornan más relevantes de lo que pudiera parecer. Con frecuencia Jorge suele ser un personaje un tanto insatisfecho, desorientado en su mediana edad, que lleva una vida algo reposada, de cierto éxito medio, que en su asentamiento encierra deseos por cumplir. Y, bien él, bien otro personaje, siempre formula el anhelo de aspirar a un lugar mejor. Un lugar ideal donde llevar una vida más satisfactoria y rara vez, o no necesariamente, relacionada con lo material o lo aparentemente utilitarista.

Como narración, un cuento suele necesitar un conflicto accesible y desarrollado con rapidez. En estos relatos de Ugarte el conflicto es cotidiano, salido del costumbrismo de la posmodernidad, planteado y resuelto siempre muy certeramente, a veces con paradoja y a veces con ironía. Las tramas encuentran en la familia el lugar donde apretar la tuerca de las frustraciones actuales: queda sensación y poso de que el mundo de hoy y sus ofertas y posibilidades hacen implosionar una institución sin la que, por otro lado, tampoco es posible vivir.

Creo que Ugarte es receloso de los tiempos, pero no sé si es tema central de su obra, o tal vez algo relacionado con cumplir edades. Deberé leerle más. En varios relatos aparecen personajes con aspiraciones literarias, propias o bien sugeridas por otros. Hablar de ‘personas normales’ que escriben, que tienen otro oficio pero esa íntima vocación, es algo que nos llega a cualquiera que por el motivo, inspiración o gusto que sea, necesitamos juntar letras con exigente asiduidad. En ese sentido me gusta pensar que en el ánimo de Ugarte está proponer que el sitio (físico, moral) donde se puede verdaderamente escribir es siempre ‘un lugar mejor’. Como si fuera, por supuesto, una habitación propia.

Pedro Ugarte (foto de Oskar González en Deia)